|
|
|
|
El albañil
dispuso
los ladrillos.
Mezcló la cal, trabajó
con arena.
Sin prisa, sin palabras,
hizo sus movimientos
alzando la escalera,
nivelando
el cemento.
Hombros redondos, cejas
sobre unos ojos
serios.
Pausando iba y venía
en su trabajo
y de su mano
la materia
crecía.
La cal cubrió los muros,
una columna
elevó su linaje,
los techos
impidieron la furia
del sol exasperado.
De un lado a otro iba
con
tranquilas manos
el albañil
moviendo
materiales.
Y al fin
de
la semana,
las columnas, el
arco,
hijos de
cal, arena,
sabiduría y manos,
inauguraron
la sencilla firmeza
y la frescura.
¡Ay, qué lección
me dio con su trabajo
el albañil tranquilo!
|
|
|
|
|