no nos deshacemos por agua como pensaba Heráclito ascendemos por la humareda de nuestros huesos las ardidas hojas de un libro que nadie leyó sobrevolando en sueños las islas del río Océano contamos con los dedos de las manos los renglones de este aire el humo - volutas de nada más que originario humus los ramales de sangre con sus terrones granates nosotros - los que en este territorio fuimos también cuerpos celestes.
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