Esperamos la palabra. La puerta de metal, alta,
se entreabre sola, descangayada entre la turbia luz
del alba. ¿Adónde conduce esta puerta? Es el espejo
de una gran fábrica de plástico azul y vidrio ama-
rillento. No. Hemos penetrado en la ciudad derra-
mada por entre extensas áreas verdes, circunvalada
por anchurosa pista de chicle candeal. Tampoco.
(Pero esperamos la palabra) Estamos en el campo
sembrado de máquinas, en la lejanía pespuntea la
blanca central hidroeléctrica de 6.700.000 no me
acuerdo. Los hombres de la ciudad, de la fábrica, el
campo.(¿Y el hombre?) esperamos la palabra.
Cinematógrafos, televisión, revistas ilustradas, pe-
riódicos como escombro…(¿Qué es poesía?) Y es-
peramos la palabra. (Porque no ha muerto.) La pa-
labra precisa universal, y al mismo tiempo imprevisi-
ble.¿Qué ritmo la mueve, qué vocablos la colman,
de que sintaxis se sirve?
Esperamos ante la puerta, apenas entreabierta.
Habrá que empujar.
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