Mis hombres, cuando se emborrachan Se emocionan Se indisciplinan Se menosprecian Se avergüenzan. Acuden a mí Y juran quererme más que nadie; Dicen que soy el más exquisito licor, La mejor ebriedad.
Doy una aspirina al farsante Y lo acuesto y lo arropo sin oírlo. No sabe que mañana serán muy otros El día y él.
(Para Límber)
|