No lo digas todo de un golpe.
Dilo poco a poco.
Manda al diablo la versificación y la métrica.
La impostación y la retórica.
Promedia tus necesidades de verbalización
de modo que tu discurso no resulte largo ni torpe.
El poema como aliento debe ser corto
y las palabras no demasiado enfáticas
para que cuando te sientes a escribir
digas con exactitud todo lo que nunca has llegado a saber de las cosas.
|