e como un potro na planície nua
em ti entrei
Eugénio de Andrade
1.
En plena selva oscura, a media andada,
¿de quién sino de ti, gentil amiga,
de trato siempre amable y buen semblante,
recibiría gloria tan cumplida?
2.
Atravesando llanos, montes, ríos,
por sendas, valles, puertos, por collados,
cañadas, bosques, claros y riberas,
desiertos salvo, y mares, a tu amparo.
3.
Besan tus labios, pétalos de rosa,
besan, pezones exultantes, besas,
con lágrimas, ardiente, entera, besas,
piel toda tú, rosal alborotado.
4.
Ebrio de ti, te huelo, palpo, tomo,
tendida así, te lamo, siento, veo,
contigua a mí, te estrecho, beso, tengo,
que sin atino vago noche y día.
5.
Me gusta que reboses desbocada,
dando rienda suelta al goce entero,
inmensa altiplanicie de alegría
que turbadora alcanzas al galope.
6.
Me adentro en el paisaje por la fronda
más umbría, por la hondura más
angosta; por los musgos embebidos
de frescor de manantial, me adentro.
7.
Afortunado el día, el mes, el año,
dichoso el sitio justo, el punto exacto
en que nos vislumbramos por ventura
entrelazando frescas las miradas.
8.
Cual árbol que se yergue alzando ramas
que va expandiendo con follajes nuevos
al tiempo que se hienden sus raíces,
así tú y yo crecemos fronda adentro.
9.
Palabras acuciadas por los ecos
que tañen en los velos de la noche
emergen desde el magma más profundo
igual que lava ardiente por el cráter.
0.
¡Evoca en los sentidos lo sentido,
aviva, amor, el límite alcanzado,
delata, corazón, cuál es tu cénit
más alto, puro y nítido en la hondura!
*
En la montaña sola
sólo resuena el eco.
La luz penetra honda
hasta alcanzar el musgo.
**
Ebrio de hondura, como barco vago.
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